Una vez asumida la presidencia de la República, para Claudia Sheinbaum Pardo comienzan los retos por afrontar. Para ello, hasta el momento, la presentación de los cien compromisos que enumeró, así como su discurso y contenidos ideológicos, confirmaron la ruta de continuidad del gobierno que encabezó Andrés Manuel López Obrador, con la salvedad de los ajustes en materia de seguridad pública.
Pareciera que por un día se detuvo el tiempo. Un festejo doble acaparó la atención de los medios de comunicación nacionales y de algunos extranjeros: la fastuosa despedida de López Obrador y el arribo de Sheinbaum Pardo al poder presidencial. Poco a poco, fueron comenzando a publicarse en las redes sociales algunos aspectos poco notables y nada deseables para el oficialismo, como la foto de la presidenta donde parece besar la mano de Manuel Velasco o el video en el que ataja con brusquedad a un legislador que pretendía tomarse una selfie con ella, que sin duda darán mucho para la polémica.
Sin embargo, más allá de esos y otros detalles, lejos de detenerse el tiempo, los pendientes a resolver siguen creciendo, día con día. Hasta de parte de los acérrimos opositores al presidente saliente, la primera mandataria recibió mensajes con buenos deseos, sin duda, compartidos por la inmensa mayoría de los mexicanos, independientemente de cuál haya sido el sentido de su voto, el pasado 2 de junio.
Las expectativas de éxito para la gestión de Claudia Sheinbaum son muy altas. Dada la muy elevada popularidad con la que inicia su gobierno, la mayoría legislativa con que cuenta, la solidez y disciplina de su partido y sus aliados, así como el discurso de Andrés Manuel, afirmando que deja finanzas sanas y logros en materia económica como nunca en la historia reciente, el fracaso para la primera mujer presidenta no aparece como una opción. No obstante, tampoco la pura y dura continuidad podría llevarla al éxito en todo lo que ha comprometido a los mexicanos. Hasta para sostener lo que ya dejó AMLO tendrá que hacer cambios, sobre todo a fin de proseguir e incrementar la entrega regular de los programas sociales, a largo plazo.
Se ha cuestionado mucho la estrategia de seguridad. Ese tema es uno de los que, a estas horas, ya deben haber tratado en la primera reunión del gabinete de seguridad, coordinado por Omar García Harfuch, quien comprometió cien días para entregar resultados. Se estará desarrollando la primera conferencia mañanera en Palacio Nacional y más tarde habrá que tomar medidas para ayudar a los damnificados en Guerrero y otras entidades.
Tras la gran fiesta del día de ayer, las realidades volverán a imponerse. De acuerdo con los datos oficiales de la Secretaría de Hacienda, este año el gobierno saliente deja un déficit fiscal de 5.9%, el mayor en los cuatro sexenios anteriores, que ascenderá a casi 1.7 billones de pesos. El mayor incremento en la deuda pública en 30 años, sumando a la que había en 2018 unos 6.6 billones más. Una baja en el crecimiento económico, o sea, en el Producto Interno Bruto (PIB), no vista desde tiempos de Miguel de la Madrid, en la década de los ochenta del siglo pasado, pues al final no habremos crecido más que 0.8% por año.
Si bien la reinversión de capitales nacionales y extranjeros se ha mantenido estable, no han llegado nuevos capitales, en términos reales, sino que son los mismos que ya se encontraban en los mercados. Los indicadores sobre inflación, empleo y pobreza son favorables, buena parte de ello debido a los apoyos sociales. Pero, a la luz de los anteriores indicadores, algo habrá que hacer, porque ese ritmo de endeudamiento, déficit fiscal y escaso crecimiento, hará inviable la política redistributiva en el mediano plazo.
Después de la fiesta llegó la realidad.
Y para iniciados:
Un escenario diferente es el que tiene la primera mujer gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia. En función del rezago, el abandono, las carencias y las corruptelas del sexenio que al fin terminó, todas las mejoras, los cambios y los logros que realice serán, no sólo bien vistos socialmente, sino efectivos beneficios para los morelenses. Claro, eso implica políticas, compromisos y una sensibilidad de la que careció el gobierno de Cuauhtémoc Blanco y que Samuel Sotelo no estuvo dispuesto a modificar en los pocos días que aprovechó únicamente para colgar su inmerecido -y habrá que consultar si también ilegal y demandable- cuadro en Palacio de Gobierno.
La información es PODER!!!
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