El ciclo de la Revolución Mexicana concluirá con una campechana alianza

By Redacción Lo Más Mx 3 Min Read

El número 59 de la Avenida de los Insurgentes en la Ciudad de México fue testigo de una trifulca que resultó en un par de heridos, uno de ellos por arma de fuego. El priismo nacional encabezado por Alejandro Moreno responsabilizó del ataque a Ulises Ruiz Ortiz, exgobernador de Oaxaca, quien a su vez acusó a Moreno de “cualquier agresión” que sufrieran sus seguidores.

Detrás de las escaramuzas y declaraciones escandalosas en las redes sociales, está la lucha interna por lo que queda del último resquicio de la Revolución Mexicana, que esta vez parece sí estar dando su exhalación mortuoria; el último soplo de una promesa de justicia social que se diluye en un mar de corrupción.

Cuando el grupo Atlacomulco, y los poderes fácticos que representa, llevaron a Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República, se olvidaron de llevar la emoción social y los deseos de trascendencia que empujan las grandes obras humanas; se olvidaron de refrescar los principios de la Revolución; debajo del escenario no había sustancia. El resultado: un cúmulo de gobernadores y colaboradores que amasaron riquezas vulgares al amparo del poder. Vino lo inevitable.

En aquella ocasión, con un carismático Peña, el PRI tuvo la oportunidad de resucitar la mística revolucionaria y abrazar las causas de la justicia social, asumir su condición en la historia y ser de nuevo el Partido fuerte. No lo hizo. Hoy Alejandro Moreno teje lazos en Palacio Nacional para ser la bisagra en el Congreso que le permita transitar a MORENA en sus reformas, mientras al mismo tiempo se refugia en el dogmatismo electoral de la mano de la derecha. ¿A cambio de qué? Permanecer en el jugoso negocio de la vida partidaria.

Ulises Ruiz aprovecha bien el momento y lanza la andanada para tratar de desestabilizar la débil dirigencia nacional tricolor, quien tiene una alianza con Murat en Oaxaca. Al mismo tiempo, desde el Estado de México las voces en contra del campechano suben cada vez más de tono, y el grupo Hidalgo busca colarse a la dirigencia nacional de la mano de Osorio Chong.

Los golpeadores que se vieron en Insurgentes son un intento desesperado por evitar que el PRI se convierta en un peón más de la cuarta transformación, pero los lazos entre campechanos y tabasqueños son hoy más fuertes que nunca. De concretarse esta amalgama, seremos testigos de cómo será colocada la última piedra a la Revolución Mexicana, en una larga agonía que concluirá con el olvido de su razón de ser: la justicia social.

No es que el PRI de las últimas décadas represente dicha consigna, pero sí es un poderoso símbolo que se desploma en un tiempo marcado por la incertidumbre.

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