Alguien así no puede conformar parte de la 4T y sus principios, de no robar, no mentir y no traicionar al pueblo.
El cambio de gobierno en la Alcaldía Xochimilco promete ser una repetición de viejas prácticas y caras conocidas, con la nueva alcaldesa Circe Camacho heredando un legado de corrupción y desvío de recursos que difícilmente se erradicará. Aunque Camacho, cercana a Gerardo Fernández Noroña, ha criticado a los funcionarios de su antecesor José Carlos Acosta, no tendrá más remedio que trabajar con ellos, ya que muchos de estos «expertos» en la administración pública han asegurado su permanencia en la nómina argumentando que es parte del «acuerdo».
Uno de los casos más emblemáticos es el de Javier Rosaslanda, excoordinador de comunicación de la alcaldía, quien parece estar afilando los dientes para continuar trabajando en la administración o, mejor aún, para llegar como asesor de su jefe Acosta, ahora en la Cámara de Diputados. Rosaslanda, con una carrera trunca en Comunicación y sin documentos que acrediten su preparación, se ha enriquecido significativamente, reportando en su declaración patrimonial ganancias anuales de 2.8 millones de pesos—2.4 veces más que lo que gana el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres.
Pero la historia no termina ahí. Rosaslanda no solo ha asegurado su futuro, sino también el de su familia. Con la aprobación de José Carlos Acosta, metió a trabajar en la alcaldía a varios familiares de primer grado, como su hermana Alina Gabriela, su padre Javier Rosaslanda Argumedo, y otros miembros cercanos que ahora se desempeñan en diferentes áreas administrativas.
Aunado a ello, se sabe que Rosaslanda cuenta con observaciones en la Contraloría debido a que no ha podido justificar la falta de equipos fotográficos, de video y computadoras que desaparecieron «misteriosamente» de su área durante su gestión.
Entonces, ¿cuántos secretos se conocen entre sí? ¿Es la ingenuidad de José Carlos Acosta o simplemente un pacto de poder bien calculado? A pesar de que numerosos ciudadanos y medios de comunicación han denunciado la mala operación de recursos y el nepotismo descarado, la respuesta oficial siempre ha sido la misma: pretextos y mentiras para evitar responsabilidades.
En resumen, aunque el gobierno cambia, el poder y las prácticas corruptas parecen mantenerse firmes, tejiendo una red de complicidad que asegura la permanencia de quienes saben jugar el juego político a su favor.
