Otra vez mirándose en el espejo, el mandatario palaciego señaló, con dedo flamígero al Poder Judicial y declaró: «Es importante que no haya nepotismo, amiguismo, influyentismo, corrupción, nada de esas lacras».
Pero con su clásica memoria selectiva, aupada en la investidura, olvidó mencionar a los poderes ejecutivo y legislativo, dónde tales prácticas son comunes.
Si en verdad desea limpiar la casa, desde hace cinco años debería haber iniciado esta tarea de purificación del servicio público. Las más afamadas familias del cuatroteísmo no tendrían copados cargos y encargos, ni habrían incrementado su riqueza facilitando la corrupción.
Gracias a esa miopía convenenciera solo alcanzó a ver una sección cuando el espejo reprodujo su imagen al sugerir la creación de un órgano independiente para sancionar la mala actuación de jueces y magistrados, más no para integrantes de los otros poderes.
Y en otro de sus dislates, acusó nuevamente a la Universidad Nacional Autónoma de México de haberse derechizado, todo porque el Instituto de Investigaciones Jurídicas alertó de los riesgos de la reforma presidencial al poder judicial, en los términos enviados al Congreso.
“Qué se meten” espetó, aunque hubo de recular de inmediato al reconocer el papel de las instituciones de educación superior, donde debe darse el debate, el análisis sobre la realidad, para transformarla.
Dejó entrever que en Palacio Nacional es el único lugar donde se defiende el interés público, el derecho constitucional, el agrario y el laboral, pues para el saliente habitante temporal del palacete virreinal la reforma judicial que propone es la piedra de toque para curar todos los males.
Según el ejecutivo sin nombre y sin palabra, con esta reforma de Estado se va a seguir limpiando “todo lo relacionado con los poderes públicos”, se va a ir avanzando en el combate a la corrupción, purificando la vida pública”.
Purificación que se alcanza al asumirse cuatroteísta; de lo contrario, entra en operación la “santa inquisición mañanera”, que ya no se siente satisfecha con sacrificar adversarios. Ahora va por los metiches.
Así que los organismos empresariales, el clero católico, investigadores universitarios, agrupaciones civiles y ciudadanos en general debemos guardar silencio sepulcral, a fin de no importunar al presidente con fecha de caducidad muy próxima.
A decir verdad, dada su superioridad inmoral y encarnación de todo, se llena de ira y coraje si alguien le disputa el título de meterse en asuntos ajenos.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
De pena ajena los gobernadores de Coahuila y Durango, al igual que el rector de la UNAM. ¿En dónde está el orgullo, en dónde está el coraje?
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