En el contexto de una inminente crisis de agua, expertos advierten sobre el «día cero», cuando no habrá agua disponible para nadie. Esta situación ya está afectando áreas vitales de la vida cotidiana, como escuelas, hospitales, mercados, instalaciones deportivas y oficinas gubernamentales.
La maestra Flor Contreras, enseñando a niños de cuarto grado en el Estado de México, ha observado cómo la escasez de agua interfiere con la educación. Ha sido necesario que los niños falten a clases repetidamente para permitir que se llene el depósito de agua de la escuela, que no es suficiente para cubrir las necesidades del plantel. Además, los padres de familia se han quejado de la falta de higiene en los baños.
Contreras explica la difícil situación: «No es una responsabilidad que queramos eludir, pero sin agua, no podemos permitir que los niños asistan a la escuela. El lavado de manos es crucial para prevenir enfermedades, pero ¿cómo pueden hacerlo sin agua?».
Con casi 780 alumnos en su escuela, Contreras revela una preocupación adicional: la falta de apoyo de las autoridades educativas para abordar este problema. La maestra señala que la autoridad educativa no quiere que se denuncien estas situaciones, incluso insinuando que el suministro de agua podría depender del apoyo político. Esto ha llevado a que los padres compren pipas de agua para la escuela.
La situación plantea un desafío significativo para la comunidad educativa, que enfrenta la difícil tarea de garantizar un ambiente escolar seguro y saludable en medio de la creciente escasez de agua.
