Según una encuesta reciente publicada por el New York Post, la Generación Z está transformando la forma en que perciben y practican la limpieza. Más del 45% de los estudiantes universitarios encuestados admitieron sufrir de lo que se ha denominado «germenfobia», mostrando una tendencia a lavarse las manos de forma constante y, en ocasiones, obsesiva.
Los resultados revelaron que el 47% de los entrevistados se lava las manos de 5 a 10 veces al día, mientras que un 32% lo hace entre 11 y 20 veces diarias. Algunos incluso admitieron realizar este hábito cada hora, posiblemente como resultado de las rutinas de limpieza adoptadas durante la pandemia, las cuales se han arraigado como hábitos permanentes.
La encuesta también destacó que el 31% de la Generación Z encuestada cambia su ropa de cama al menos una vez por semana, y el 30% ha denunciado a compañeros de residencia por problemas de limpieza. Además, se espera que los demás mantengan el mismo estándar de limpieza, lo que refleja una creciente conciencia sobre la importancia de la higiene personal.
Sin embargo, la preocupación por la limpieza no se limita al ámbito personal, sino que se extiende a los espacios compartidos en los campus universitarios. Según un informe citado en el estudio, las cafeterías universitarias pueden albergar hasta 60,000 veces más bacterias que un asiento de inodoro típico en el hogar, lo que subraya la necesidad de mejorar los estándares de limpieza en estos espacios.
Entre las principales preocupaciones de los estudiantes se encuentran la falta de higiene en las áreas comunes, como las cafeterías, los baños y los laboratorios de computación. Las peores infracciones identificadas incluyen la falta de limpieza de fluidos corporales, no cubrirse al estornudar o toser, la falta de higiene personal y la falta de lavado de manos después de usar el baño.
Expertos como el Hospital Maudsley de Londres advierten que la compulsión por la limpieza puede ser un síntoma de trastorno obsesivo compulsivo (TOC), lo que puede tener repercusiones negativas en la salud, como daños en la piel. Aunque la limpieza es esencial para prevenir enfermedades, cuando se convierte en una obsesión, puede afectar negativamente el bienestar general de una persona, convirtiéndose en un trastorno importante de la conducta, según la Red de Centros de Desarrollo Compulsivo.