Efecto Mariposa
“El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. Proverbio Chino.
Bienvenidos a Efecto Mariposa, un espacio para compartir.
Desde mi experiencia hablaré de cómo los pequeños cambios pueden conducirnos a consecuencias poco predecibles, pero probablemente buenas. Acompáñame en este viaje que con mucho cariño inicia hoy.
Todos hemos escuchado alguna vez la frase: “salir de la zona de confort” y cuando pienso en la zona de confort, de esa, de la que se habla en un contexto de no abandonar lo que tienes por miedo a empezar de nuevo, me viene a la mente mi recién concluido matrimonio, la relación tóxica de algún amigo o amiga, aguantar en un trabajo que odias, seguir durmiendo en casa de los padres después de los 30 o peor aún, regresar a la casa de los padres después del divorcio, situación que no es cómoda ni para ti ni para tus padres, quienes te aceptan porque te aman, porque los necesitas y es lo que un padre en este modelo social de autosacrificio al que estamos acostumbrados, debe hacer.
Aguantar lo inaguantable, lo que no te hace sentir bien, lo que no te deja ser quien eres, no es confortable. Si no te sientes libre, si das, das y das y no recibes, si no eres tú, si justificas, si aceptas lo inaceptable para nada es cómodo.
La Real Academia Española define confortable como aquello que conforta, que alienta, que consuela, entonces, por qué llamamos zona de confort a quedarse donde no nos sentimos bien.
Podemos estar en una relación que es una porquería, donde nos faltan o faltamos al respeto, pero no queremos dejarla, porque nuestros modelos de aprendizaje social así lo marcan, aguantar, soportar, creer que es tu karma, que así debe ser, que te casaste para siempre, que los hijos, que las deudas que ahí estás bien.
El autosacrificio ha estado de moda siempre, también las adicciones, la dependencia, nos lo dicen los medios de comunicación todo el tiempo, nos lo dice la historia. La madre abnegada con el marido borracho que se aguanta porque sus hijos están pequeños y porque en casa le dijeron que las mujeres divorciadas llevan consigo un estigma. La pareja que aguanta faltas de respeto, infidelidades o una relación en donde no hay autorrealización, pero se quedan por los hijos, porque no alcanza para pagar una renta aparte o por seguir el estilo de vida al que se han acostumbrado.
Los hijos treintones que no dejan de vivir con los papás para no responsabilizarse de ellos mismos, o el hijo divorciado que regresa a que mamá le lave la ropa, tienda la cama y haga lo que la ex esposa ha dejado de hacer y que mamá hace con gusto porque lo ama y no porque esté cómoda con ello y así, podría nombrar un sinfín de ejemplos.
Necesitamos ser realistas, ver las cosas como son. No interpretar, mirar con perspectiva. No podemos vivir en función de otros, debemos hacernos responsables y no resignados. Se vale buscar ayuda, se vale sentir miedo o inseguridad, pero es importante no quedarte donde no estás bien.
Pregúntate cómo te hace sentir el terreno en el que estás parado, no normalices la incomodidad, no te anules por satisfacer a nadie, no respondas a etiquetas o estereotipos aprendidos. Atrévete a caminar en la cuerda floja, si tu paso es firme, no creo que te caigas y si te caes, te levantas, te sacudes y sigues. Mira hacia adelante, si lo necesitas has una pausa, respira conscientemente y después continúa.
VB
@valerybutterfly
Comunicóloga de profesión y cirquera de corazón