Por: El Gallegoso
Estamos como la rana que un día entró a una olla de agua, donde la temperatura subía poco a poco hasta que murió de calor.
La fábula infantil debería alertarnos de no acostumbrarnos a los cambios que nos perjudican, aun cuando se den en forma gradual, porque tarde o temprano nos tocará sufrir la peor de las suertes.
El avance de la maldad, de la pereza, del abandono, de la falta de respeto a la propiedad ajena, a las leyes y a la propia estima se ha convertido en el caldo de cultivo de los más nefandos grupos criminales.
La desaparición de los cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco, es el más reciente dolor en nuestro ya atribulado cuerpo nacional. Diputados y senadores de la Comisión Permanente y los suspirantes presidenciales de la oposición se solidarizaron con los padres de los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco, identificados como Roberto Olmeda Cuéllar, Diego Lara Santoyo, Uriel Galván, Jaime Adolfo Martínez Miranda y Dante Hernández.
Este reciente escándalo se suma a muchas otras tragedias que cada semana sepultan a la anterior. Cuerpos desmembrados en congeladores en Veracruz, secuestro de migrantes en San Luis Potosí. Es una espiral de muerte y desidia de las autoridades que le tienen más paciencia a los delincuentes que a los periodistas y los opositores.
El narcotraficante también es pueblo dice el presidente mientras acusa de traición a la patria a quienes critican la falta de rumbo en el Ejecutivo federal.
Y mientras los senadores de oposición denunciaron el fracaso la estrategia de seguridad del gobierno de López Obrador, los voceros del régimen se encargan de hacernos ver que siempre hemos vivido del carajo.
«El episodio de terror de Lagos de Moreno es el fracaso de tres palabras del presidente: la primera es el fracaso del programa de jóvenes construyendo el futuro. ¿Cuál es el futuro para esos cinco jóvenes en Lagos de Moreno? Fracasó jóvenes construyendo el futuro, lo dice el martirio a sus jóvenes. Segundo el fracaso de abrazos no balazos. Yo quiero que se le devuelva el miedo a los criminales con la fuerza del Estado, apegada a los Derechos Humanos, pero para eso es la fuerza del Estado, porque si no se usa la fuerza del Estado los criminales usan la suya la Fuerza salvaje de los criminales. Y tercero ni las bromas ni los silencios ni las bromas de que los vamos a acusar con sus mamás. Eso ya es en verdad cínico», recriminó el senador Germán Martínez a López Obrador.
«Si no pueden, renuncien porque al gobierno se entra para dar resultados no para poner excusas», coincidió el senador Damián Zepeda.
«La brutalidad de los asesinatos de los jóvenes en el estado de Jalisco -abundó Zepeda- nos muestra el grado terrible de violencia que el crimen organizado ha llevado a todo nuestro país, mientras el gobierno del presidente López Obrador y de Morena deciden voltear para otro lado y no hacer nada. Lo sanguinario de estos asesinatos, lo terrible, lo impensable de que una persona agreda así a otro que parece sacado una película de terror, sumado a los acontecimientos a lo largo y ancho del país, a los descuartizados y congelados en Veracruz, a los asesinatos en distintos lugares nos muestra que el crimen organizado esta muestra de control y el gobierno no está haciendo absolutamente nada. No solo no hace nada sino que llega a la frivolidad de reírse, de contar chistes, en un momento de tragedia nacional. ¡Basta! Estos sucesos tienen que hacer reaccionar al gobierno ya».
Pero El Único decidió ignorar los llamados a dar un golpe de timón. Tampoco quiso ver ni escuchar a los periodistas que buscaban conocer qué hará el gobierno para evitar la repetición de otro caso como el de Lagos de Moreno. En vez de eso, escuchamos un chiste malo.
Y en muchas casas ya ni llorar es bueno, porque sabes que está más cerca el payaso que viene a llevarte a la ollita con agua. Y porque intuyes que hay otros más por venir, para pedirte con cinismo: sonríe, estamos por volver a ganar.