Los gobiernos locales emanados del llamado obradorismo, así como sus legisladores y funcionarios públicos de diferentes niveles han aprendido muy bien el arte de la evasión de las responsabilidades.
El adoctrinamiento mañanero de Andrés Manuel López Obrador les ha servido de guía y modelo para desviar la atención de los graves problemas que han sido incapaces de resolver y no enfrentar la crítica por sus promesas sin cumplir.
Aunque no todos tienen el mismo estilo de hacer política, los cuatritransformistas parecen seguir una receta, repetida una y otra vez, cada que los medios de comunicación o las redes sociales los ponen en evidencia.
Lo primero es no tomar en cuenta para la agenda los temas incómodos. Aquellos en los que tendrían que dar cuenta de resultados, transparentar el uso de los recursos públicos o asumir su responsabilidad en los que se ha hecho mal o se ha dejado de hacer.
Si ya no fue posible obviar esos temas y dejar que al paso de los días se enfríen, ya no siendo noticia o comentario en las redes, entonces, van a lo segundo: que las cosas parezcan como no son y minimizar las consecuencias. Y de nuevo, esperar a que las aguas se calmen.
Pero como cada vez eso funciona menos y la evidencia que presentan los medios pone en entredicho sus justificaciones, lo tercero es echar la culpa a los gobiernos anteriores.
¡Casi cinco años después de haber asumido sus cargos siguen diciendo que son herencias de quienes estuvieron antes! Acto seguido, acusan a los medios de comunicación y a los grupos que, según ellos, quieren desestabilizar a sus gobiernos.
Buscan la forma de proteger a los suyos, mantenerlos en la nómina y fuera del alcance de las investigaciones judiciales. Si eso ya no es posible, pues ni modo, toca removerlos, pasarlos a otras actividades, pero de cualquier forma evitar que se abran carpetas de investigación, cuya profundización podría llegar a exhibirlos y vincularlos a proceso.
Eso es lo que hicieron el PRI y el PAN, se parecen, pero en Morena lo han mejorado y perfeccionado. Basta revisar los escándalos a los que la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, responde con las mismas palabras de AMLO, repitiendo como loro y ya hasta hablando en forma muy pausada, tal como lo hace su líder.
A los legisladores, defendiendo una reforma electoral a todas luces violatoria de los procedimientos legislativos, alejada del consenso y de la constitucionalidad.
A los gobernadores, como Cuauhtémoc Blanco, que nada más no atinan a dar una respuesta coherente que no sea más que evadir su responsabilidad y echar la bolita a los presidentes municipales o a los diputados locales.
A funcionarios públicos como Cecilia Rodríguez, la de Economía y Trabajo de Morelos, cuando reconoce que no tenían contemplada en su planeación presupuestal una partida para el mantenimiento del aeropuerto, mismo al que, aunque no funciona, tiene que pagarse el seguro, el gasto corriente y reparaciones.
La joya de la corona en lo que va del sexenio es Segalmex, el organismo creado en este sexenio con el propósito de garantizar la autosuficiencia alimentaria en granos básicos, proyecto prioritario de López Obrador, que ya no pudo ser insignia de su gobierno, dado que ha sido descubierto un desfalco de más del doble de lo que significó la estafa maestra del sexenio de Peña Nieto y al que se sumarán más denuncias de corrupción en lo que resta del periodo de gobierno, y cuyo titular fue separado del cargo, pero no será investigado ni procesado, pues el presidente lo defiende diciendo que al pobre ex priista y ex secretario particular de Luis Echeverría lo engañaron otros priistas corruptos que él llevó a trabajar consigo.
Y para iniciados
Como que ya basta. A la vista de estos y muchos otros casos más, ¿será que no se dan cuenta de que muchos, pero muchos millones de mexicanos, no están ideologizados y ciegos, como los fanáticos que quieren tapar el sol con un dedo y apoyan la idea de que esta vergüenza de gobierno se mantenga en el poder, como dicen ahora, en continuidad con cambio? En los próximos meses quizá puedan darse cuenta de que, si los millones de mexicanos afectados e inconformes, salen a votar, la autodenominada cuarta transformación podría ver su final en el 2024.
La información es PODER!!!