Astrónomos han presenciado un fenómeno sorprendente: una estrella muerta se alimentó de un fragmento de un planeta que orbitaba a su alrededor, dejando una peculiar cicatriz metálica en su superficie. Este hallazgo ofrece nuevas perspectivas sobre la dinámica de los sistemas planetarios incluso en las etapas finales de la vida estelar, y plantea reflexiones sobre el destino futuro de nuestro propio sistema solar.
La observación se realizó en una enana blanca ubicada a unos 63 años luz de la Tierra, utilizando el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile. Los astrónomos descubrieron una característica metálica en la superficie de la estrella, relacionada con un cambio en su campo magnético.
Según el Dr. Stefano Bagnulo, astrónomo del Observatorio y Planetario de Armagh en Irlanda del Norte y autor principal del estudio, «Es bien sabido que algunas enanas blancas están canibalizando fragmentos de sus sistemas planetarios. Ahora hemos descubierto que el campo magnético de la estrella juega un papel clave en este proceso, resultando en una cicatriz en su superficie».
La enana blanca en cuestión, llamada WD 0816-310, es un remanente del tamaño de la Tierra de una estrella que alguna vez fue similar al Sol pero más grande. La marca oscura en su superficie resultó ser una concentración de metales provenientes de un fragmento planetario, posiblemente del tamaño de Vesta, el segundo asteroide más grande del Sistema Solar.
El coautor del estudio, Jay Farihi, profesor de astrofísica en University College London, señaló: «Hemos demostrado que estos metales provienen de un fragmento planetario tan grande como, o posiblemente más grande que Vesta, que tiene unos 500 kilómetros de diámetro».
Este sorprendente descubrimiento arroja luz sobre los procesos finales en la evolución estelar y destaca la interacción dinámica entre las estrellas y sus sistemas planetarios, brindando valiosa información sobre el futuro de sistemas similares, como el nuestro.
